• PP, o querer acabar con el anonimato en la Red... (y2)

    From Enric Lleal Serra@2:343/107.1 to All on Mon Dec 4 14:02:37 2017
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    * Crossposted in ESP.SEGURIDAD


    �Hola All!


    Y Enrique Dans[1] ofrece una respuesta en concreto a la petici�n de control del
    PP, en la que evidencia el sinsentido que supone...


    *El anonimato, el cifrado y la obsesi�n por el control*
    Creador Enrique Dans

    Las recientes demandas del Partido Popular en Espa�a en torno a una supuesta "eliminaci�n del anonimato en las redes sociales", expresadas por su portavoz, Rafael Hernando, a ra�z de unas presuntas amenazas expresadas en Twitter contra
    la Secretaria Primera de la Mesa del Congreso y presidenta del Comit� Electoral
    Nacional del PP, Alicia S�nchez Camacho, no hacen m�s que reflejar una cuesti�n: que el Partido Popular no entiende la red.

    Partamos de la base de que el "calentamiento de boca" de Hernando proviene de un an�lisis serio, consecuente y consensuado con su partido, y no de una simple
    reacci�n en caliente frente a los mensajes recibidos por su compa�era: como ya coment� en el a�o 2011, el anonimato es y debe ser un derecho fundamental en la
    red, y eso no es simplemente una frase que diga yo, sino adem�s, la opini�n de organismos tan autorizados como la Electronic Frontier Foundation (EFF), que posee toda una interesante secci�n de su p�gina web dedicada a la reflexi�n sobre el tema, o las Naciones Unidas, que afirman que el cifrado y el anonimato
    son elementos fundamentales a la hora de permitir que los individuos ejerciten su libertad de opini�n y de expresi�n en la era digital, y que como tales, merecen una protecci�n fuerte y categ�rica. Hablamos, pura y simplemente, de un
    derecho fundamental, de un elemento important�simo en la esencia de las sociedades democr�ticas: no se puede hablar de la eliminaci�n del anonimato o de la prohibici�n del cifrado sin asumir de manera inmediata una importante erosi�n en la calidad de la democracia de un pa�s.

    Todos los que alguna vez hemos sido agredidos, acosados o insultados a trav�s de la red experimentamos una necesidad inmediata de reaccionar, de responder a la agresi�n de alguna manera. En muchos casos, la respuesta se da a trav�s del propio canal, cayendo en el manido "don't feed the troll" que, lejos de ser una
    verdad absoluta, no deja de ser un simple aforismo con muchos matices imprescindibles. Cuando adem�s el agredido es un miembro de la escena pol�tica con capacidad de intervenci�n sobre la legislaci�n, la tentaci�n de "legislar en caliente" es inmediata, humana y comprensible. Pero no por ello menos censurable: al pol�tico debe exig�rsele un m�nimo de madurez, y una de las maneras de demostrar tal madurez es precisamente tratando de examinar todos los
    elementos implicados en una decisi�n.

    El anonimato en las redes no puede ser eliminado salvo que se asuman infraestructuras enormes y la creaci�n de un entorno autoritario como el existente en pa�ses como China, convertida en la versi�n corregida y aumentada del Gran Hermano imaginado por George Orwell en su "1984". Pretender que las redes sociales asuman como propia el deseo de perseguir el anonimato de un gobernante es algo tan realista como cuando alg�n desinformado personaje, hace a�os, pretend�a "hablar con Bill Gates para que pusiera la � en internet". Las redes sociales, por mucho que tengan que desarrollar su actividad dentro del marco legislativo definido por los pa�ses en los que act�en, no est�n para satisfacer los deseos de control del pol�tico de turno.

    Las comparaciones habituales a los que los pol�ticos recurren en muchas ocasiones tampoco sirven: el paralelismo entre "el huevo de Twitter", ya eliminado y sustituido por otro formato en un intento de eliminar sus connotaciones negativas,y la imagen de quien va por la calle enmascarado no funciona como tal: la eliminaci�n del anonimato ser�a comparable, m�s bien, con
    una supuesta obligaci�n de exhibir constantemente nuestra identidad con un cartel colgado del cuello o una etiqueta cosida en la ropa, algo solo exigible a aquellos que tienen encomendadas funciones que requieren un especial control,
    como los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. En la red, el anonimato como tal est� muy lejos de ser tan ubicuo como algunos piensan: los mecanismos que convierten a alguien en completamente an�nimo son dif�ciles de poner en pr�ctica a un nivel tal que convierta la identidad de la persona en verdaderamente dif�cil de obtener. Ante la comisi�n de un delito y tras el requerimiento judicial correspondiente, son raros los casos en los que un usuario no puede ser identificado. Pero para ello tenemos que partir de una base fundamental: que exista un delito, y que un juez considere adecuado, proporcionado y justificado requerir la identificaci�n de quien lo cometi�.

    Estoy totalmente a favor de identificar, perseguir y condenar a todo aquel que cometa un delito en la red, siempre que efectivamente sea un delito y que un juez as� lo determine. Condenar a quienes injurian, difaman, acosan o amenazan en la red es importante, porque eso nos convierte en una sociedad m�s libre y evita que los matones dominen la conversaci�n. Separar los delitos determinados
    por un juez de otras cuestiones importantes en una sociedad democr�tica, como el derecho a la parodia, a la iron�a, al uso del humor en todas sus vertientes o a la cr�tica y el activismo es tambi�n fundamental, y debe ser considerado como algo muy importante, que no deber�a peligrar en una sociedad sana. Es importante buscar, adem�s, un efecto ejemplificador que, dentro de la l�gica y la mesura, contribuya a la educaci�n de la sociedad en un contexto relativamente novedoso - ya no tanto, pero concedamos que no de manera universal - como el de las redes sociales. Se tarda tiempo en educar a una sociedad, pero se termina consiguiendo si se utilizan las herramientas adecuadas.

    Todo pol�tico y toda persona con acceso al poder manifiesta de manera inmediata
    un deseo irrefrenable de control. La sensaci�n de que, por ejemplo, eliminar el
    cifrado es una manera de evitar que los delincuentes se oculten es muy primaria
    y revela un desconocimiento profundo del funcionamiento de la red: si prohibimos el cifrado, estar�amos generando en primer lugar un absurdo conceptual - no hay nada que debilite m�s el prestigio de un pol�tico que la promulgaci�n de leyes imposibles de cumplir - y, en segundo, provocar�amos que los delincuentes simplemente buscasen m�todos m�s sofisticados, ante lo cual nos quedar�amos vigilando y monitorizando a los que no lo son.

    En las sociedades democr�ticas, debemos exigir a los pol�ticos que act�en con la madurez suficiente como para asumir que el control total es incompatible con
    la democracia, y que aquel que en una red social se comporta como un impresentable o un maleducado es porque la ley le permite, mientras no cometa un acto ilegal, ser un impresentable o un maleducado. La definici�n de lo que es o no delito es algo que proviene de un amplio consenso social expresado a lo
    largo de muchos a�os, y no puede ser revisada cada vez que algo nos resulta inc�modo, ofensivo o molesto. No todo lo que no nos gusta o nos resulta molesto
    es un delito. Solo es delito lo que un juez decide que lo es, y pretender que todo aquel que recurre al anonimato o al uso de un pseud�nimo lo hace con el fin de cometer delitos es de una inmadurez tal que, cuando se constata en un pol�tico, asusta. O deber�a asustar. El anonimato, como el cifrado, es un derecho fundamental de las personas en la era digital, y una cuesti�n enormemente compleja, con infinidad de matices que incluyen desde la libertad para ser conocido por el nombre que uno desee, hasta la b�squeda de protecci�n contra prejuicios o agresiones de diversos tipos. Cada vez que veamos a un pol�tico exigir el fin del anonimato como una medida de trazo grueso, como si eso fuese la soluci�n a todos los males, deber�amos reaccionar inmediatamente con el adecuado nivel de alarma: se empieza por ah�, y se termina por el liberticidio.


    [1]https://www.enriquedans.com/2017/12/el-anonimato-el-cifrado-y-la-obsesion-po
    r-el-control.html

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    A reveure!!
    Enric
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