• Lovecraft: el mal no existe

    From Enric Lleal Serra@1:2320/100 to All on Mon Mar 14 08:23:22 2016
    �Hola All!

    Interesante art�culo en JotDown[1]:

    Todas mis historias se basan en la premisa fundamental de que las leyes, >intereses y emociones comunes de los seres humanos no tienen validez ni >significaci�n en la amplitud del vasto cosmos. (...) Uno debe olvidar que >cosas como la vida org�nica, el amor y el odio, y todos los dem�s
    atributos locales de una insignificante y ef�mera raza llamada humanidad, >existen en absoluto.

    H. P. Lovecraft cre�a que su obra ser�a olvidada despu�s de su muerte, aunque su predicci�n era menos un producto de la modestia que de un des�nimo bien fundado en la realidad de ser un escritor asociado a determinados g�neros que en su tiempo apenas eran tomados en serio m�s all� de las revistas para un mercado juvenil. Su pesimismo apenas sorprende, pues durante sus �ltimos a�os hizo frente a crecientes dificultades econ�micas, unidas a una actitud ambigua y refractaria hacia el mundo editorial. Pero se equivoc�. Su repercusi�n e influencia sobre el g�nero del terror creci� en mayor medida de lo que �l mismo

    hubiese podido suponer. Eso s�, tambi�n le hubiese sorprendido saber que muchos

    de sus p�stumos seguidores han publicitado una idea equivocada de su obra, o m�s bien de los principios en los que Lovecraft, de manera expl�cita, se bas� para componerla. Porque aquellos principios se vuelven m�s actuales conforme transcurre el tiempo: escritor del siglo XX con un estilo decimon�nico, que se consideraba a s� mismo heredero de tiempos incluso m�s antiguos, pero que, de manera parad�jica, podr�a encajar en lo que resta del siglo XXI m�s que en ninguna otra �poca.

    En la cosmolog�a de la tradici�n occidental, en gran parte de origen cristiano y judaico, el concepto de �bien� no requiere un significado. El bien se explica

    por s� mismo; lo bueno y la bondad son atributos inherentes a Dios, puesto que �l es amor infinito, misericordia sin l�mites. El hombre busca el bien, lo anhela, lo convierte en la finalidad de su vida, pero no necesita darle una explicaci�n. El bien es el statu quo, es la esencia de todo, es lo que imperaba

    en el momento de la creaci�n. Es mal, por contra, s� debe ser explicado porque constituye una anomal�a. Mientras que en algunas religiones orientales el universo es dual y el mal es tan contingente a la existencia como lo es el bien, en el pensamiento cristiano todo mal es una aberraci�n. El mal parece incompatible con Dios, as� que al cristianismo no le basta con dar cuenta del mal en t�rminos de pecado --lo cual s� entronca con conceptos como el karma-- sino tambi�n ofrecer cuenta de su origen m�s all� de los actos de cada individuo. Dicho de otro modo; si el mal fuese �nicamente producto del pecado, si Ad�n y Eva hubiesen creado el mal por s� mismos, la relaci�n entre un Dios bondadoso y la raza humana resultar�a incomprensible. Se precisa un tercer agente, la serpiente, que es la que provoca el mal; inducir al ser humano al pecado es atraerlo hacia el mal, que permanece como una fuerza externa. Es verdad que, en esencia, la serpiente del G�nesis podr�a representar el libre albedr�o pues el ser humano tiene la capacidad de elegir porque Dios, en un acto de amor, le ha concedido la libertad. Sin embargo, esta idea era dif�cil de asimilar para los creyentes cristianos m�s anal�ticos porque implicaba que la libertad humana es per se la causa del mal, y siendo la libertad un regalo paterno de Dios para el hombre, ser�a Dios la causa del mal. Irresoluble esta paradoja desde la l�gica, el cristianismo opt� por distraerla, desviando la culpa hacia un agente externo. Una representaci�n ontol�gica del mal, Satan�s, resultaba conveniente. Dios le concedi� tambi�n el libre albedr�o, pero Satan�s

    fue un proyecto fallido, porque de manera voluntaria y consciente dio la espalda a Dios. El hombre, en cambio, peca como efecto de un enga�o. La serpiente del G�nesis deja de ser metaf�rica para convertirse en una fuerza con

    entidad propia, que desde la proverbial manzana hasta nuestros d�as se ha encargado de tentar a la humanidad; incluyendo, seg�n los Evangelios, al propio

    Jesucristo. As�, el mal como concepto se transforma en el Mal, con may�scula, que es una entidad viva, consciente, poderosa e inmortal.

    Este mito fundacional del mal como fuerza sobrenatural y aut�noma est� presente

    en casi todas las historias europeas de terror. Desde el folclore hasta la literatura del g�nero que de �l se derivaba casi siempre, el horror da cuenta de una lucha eterna entre el bien y el mal. Los monstruos, los vampiros, los fantasmas y las dem�s criaturas terror�ficas son el veh�culo o el producto del Mal, que act�a a trav�s de ellas mediante mecanismos sobrenaturales, ll�mense encantamientos, tratos con el diablo o condenas. Esta tradici�n en las historias de terror pervivi� durante toda la Edad Media, y la llegada del racionalismo y la Ilustraci�n no acabaron con ella; en el siglo XVIII naci� el llamado �horror g�tico�, que era una recopilaci�n de mitos medievalizantes, elaborados con mayor refinamiento para los gustos de un nuevo p�blico. La literatura rom�ntica cultiv� el horror g�tico con entusiasmo y hoy el horror g�tico contin�a siendo el ingrediente m�s habitual en el g�nero del terror literario o cinematogr�fico. Lovecraft estudi� el terror g�tico y le dedic� un famoso tratado, en El horror sobrenatural en la literatura, pero su figura formaba parte de una escuela que romp�a con todo ello. Fue la ciencia ficci�n del siglo XIX la que, antes de que Lovecraft naciese, hab�a introducido una nueva perspectiva derivada del avance en los conocimientos sobre el universo y la naturaleza misma del hombre. Primero, la astronom�a hab�a desplazado al ser humano del centro de la creaci�n. Despu�s, la biolog�a lo hab�a emparentado con

    el resto de animales, despoj�ndole de la condici�n de �hecho a imagen y semejanza de Dios�. Finalmente, la incipiente psicolog�a empezaba a explicar los fen�menos de la mente como resultados de procesos f�sicos, haciendo innecesaria la noci�n de un alma. El naturalismo mecanicista empez� a reflejarse en la creaci�n literaria, sobre todo en una nueva ficci�n fant�stica

    donde el mecanismo que originaba los monstruos no radicaba en la lucha sobrenatural entre el bien y el mal, sino, por ejemplo, en procesos naturales como la evoluci�n por selecci�n natural formulada por Charles Darwin. Aquella nueva literatura es la que hoy conocemos como ciencia ficci�n, cuyo principal objetivo no era asustar a los lectores, pero que aun as� ofrec�a nuevas maneras

    de hacerlo. La vieja lucha entre el bien y el mal ten�a alternativas, como la lucha entre las especies por la supervivencia. El mejor ejemplo es La guerra de

    los mundos, de H. G. Wells, donde los marcianos invaden la Tierra por motivos puramente instrumentales que no pod�an ser calificados como malvados, aunque sus consecuencias para la raza humana fuesen desastrosas. El celeb�rrimo p�rrafo inicial de La guerra de los mundos es el mejor resumen posible de lo que el propio Lovecraft --que sin duda recibi� gran influencia de este relato--

    calific� como �indiferentismo c�smico�. Wells empezaba as� su novela:

    Nadie hubiese cre�do, en los �ltimos a�os del siglo XIX, que este mundo >estaba siendo observado de cerca y con atenci�n por inteligencias m�s
    grandes que la del ser humano y aun as� igual de mortales; que mientras
    los hombres se ocupaban en sus diversos afanes, eran escrutados y
    estudiados, casi de manera tan cuidadosa como un hombre provisto de un >microscopio podr�a escrutar las criaturas transitorias que nadan y se >multiplican en una gota de agua. Con infinita complacencia, los seres
    humanos iban y ven�an sobre este globo, centrados en sus asuntos, serenos
    a causa de su seguro imperio sobre la materia. Es posible que los
    microbios que est�n bajo el microscopio se comporten igual. Nadie dedic�
    un pensamiento a los mundos m�s viejos del espacio como posibles fuentes
    de peligro para la raza humana, o si pensaron en ellos fue solamente para >descartar la idea de vida en su superficie como imposible o improbable. Es >curioso recordar algunos de los h�bitos mentales de aquellos d�as pasados. >Como mucho, los terr�colas supon�an que pod�a haber otros hombros sobre >Marte, quiz� inferiores a ellos mismos y preparados para dar la bienvenida
    a una expedici�n de misioneros. Y sin embargo, al otro lado del golfo del >espacio, unas mentes que son a nuestras mentes lo que las nuestras son a
    las de las bestias, unos intelectos vastos, fr�os e indiferentes,
    observaban la Tierra con ojos envidiosos y comenzaron a trazar planes
    contra nosotros.

    Los marcianos que anhelan establecerse en la Tierra no contemplan a los humanos

    como iguales, ni siquiera como criaturas que merezcan alguna clase de comprensi�n o piedad, y por lo tanto la destrucci�n de la raza humana no requiere de esos marcianos una consideraci�n �tica particular. Al igual que los

    humanos tienden sus campos de cultivo sin reparar en los animales a los que haci�ndolo expulsa de su hogar, y a los que tambi�n mata como plagas si da�an las cosechas, los habitantes de Marte anteponen su propia supervivencia a la de

    criaturas para ellos inferiores. Cuando los marcianos atacan a los humanos no lo hacen como un agente del mal, sino por la misma l�gica natural por la que el

    pez grande devora al peque�o. Esto respond�a muy bien a una nueva mentalidad que ve�a la naturaleza como un mecanismo fr�o, mec�nico, desprovisto de frenos emocionales. Si una especie tiene que extinguirse, se extingue. Si esa especie es la raza humana, nadie en el universo va a lamentar la p�rdida. La guerra de los mundos no era, ni pretend�a ser, un relato de horror, pero s� era una de las novelas que sentaba las bases para una nueva concepci�n de ese g�nero. El motor ya no era el mal como polo opuesto del bien, sino el mero hecho de que el

    ser humano es insignificante e impotente ante la maquinaria c�smica.

    Es dif�cil categorizar a H. P. Lovecraft en un g�nero porque sus relatos basculaban sin gradaci�n entre el horror y la ciencia ficci�n, pero es verdad que su principal motivaci�n literaria era la de crear atm�sferas inquietantes, que el miedo del lector era casi siempre la meta de su trabajo y que en general

    encaja mejor dentro del primero. Eso s�, su concepto del horror, en esencia, romp�a con la tradici�n g�tica y se basaba mas que nada en el indiferentismo c�smico de la ciencia ficci�n. Aunque la cuesti�n terminol�gica es compleja. En

    su ensayo El horror sobrenatural en la literatura Lovecraft hablaba de �terror c�smico� para referirse precisamente al terror g�tico basado en lo sobrenatural. Dice por ejemplo que �no cabe asombrarse de la existencia de una literatura relacionada al terror c�smico. Siempre existi� y siempre existir� (...) Tenemos a Charles Dickens imaginando varios relatos sobrenaturales; a Robert Browning escribiendo su horrible poema Childe Roland; a Henry James y su

    Otra vuelta de tuerca�, etc�tera. Sin embargo no se refiere al terror c�smico como referente a algo venido del espacio. Lo que pretende expresar es que el terror tradicional responde al miedo del ser humano ante lo desconocido, y el cosmos se compon�a sobre todo de fen�menos desconocidos. A partir del siglo XIX, cuando los fen�menos del cosmos empiezan a ser conocidos, el gran enigma es el tama�o del universo y lo que pueda haber en �l, pero de origen natural. Lovecraft se separ� de la tradici�n del terror g�tico porque estaba plagado de sucesos a los que �l, convencido materialista, tachaba como inveros�miles y dif�ciles de narrar de manera convincente. De la tradici�n g�tica aprendi� algunos principios narrativos, como la importancia en la creaci�n de las atm�sferas en las que transcurre el relato, pero descart� buena parte del contenido. Esc�ptico en cuanto a las religiones, supersticiones y fen�menos sobrenaturales en general, le parec�a inadecuado hacer uso de ellos en sus relatos, que prefer�a basar en mecanismos cient�ficos, o por lo menos de base mecanicista. Los monstruos de Lovecraft eran producto de la evoluci�n, de la reproducci�n sexual, de los mecanismos biol�gicos habituales para la vida. A menudo proced�an del espacio, aunque en la Tierra algunos seres humanos los hubiesen adorado como a dioses por causa de la incapacidad para entender su verdadera naturaleza. Para los seres espaciales de Lovecraft, como para los marcianos de Wells, la raza humana es apenas una molestia; los hombres son criaturas insignificantes que ocupan un lugar que, piensan esos seres, les pertenece por derecho a ellos. Salvo ese detalle, todo lo humano no les causa m�s que indiferencia. As�, la expresi�n �terror c�smico� pasaba a significar algo distinto de como el propio Lovecraft la hab�a utilizado en su famoso ensayo.

    A partir de ah�, Lovecraft reconstruye aquello que le interesa del terror g�tico y descarta lo dem�s. Reconstruye, por ejemplo, las atm�sferas. Convencido de que los escenarios grandilocuentes que daban su nombre al subg�nero no funcionan, los cambia por lo que para �l es un entorno cotidiano y

    conocido. Adem�s, las manifestaciones del horror en Lovecraft se parecen mucho a fen�menos sobrenaturales, pero esto se debe a que los personajes de los relatos, o el mismo narrador en primera persona, desconocen qui�n los produce y

    c�mo.

    Tras la muerte de Lovecraft, August Derleth fue el principal responsable de que

    su obra no fuese olvidada. Era parte de un peque�o grupo de escritores que se consideraban sus disc�pulos y ya en vida de Lovecraft, bajo su benepl�cito, compon�an relatos que lo imitaban, aunque cada cual a�ad�a elementos de su propia idiosincrasia y dif�cilmente pod�a considerarse que exist�a un canon. Es

    decir, hac�an referencias al los universos de Lovecraft, pero no hab�a un �nico

    universo con sus leyes internas sobre las que todos trabajaran, como pueda suceder con las pel�culas, novelas y c�mics del universo Star Wars. El que Derleth se erigiese como el principal defensor de la literatura de Lovecraft tras su muerte se mezcl� con su aportaci�n creativa como disc�pulo, provocando que su propia mentalidad terminase ti�endo la percepci�n que el p�blico ten�a de aquellas obras. Ayud� a confundir la esencia del terror c�smico de su �dolo con la del terror g�tico que este hab�a dejado de lado. Derleth, por ejemplo, sistematiz� el pante�n de criaturas de Lovecraft, los �mitos de Cthulhu�, a imagen y semejanza de una mitolog�a casi religiosa. Esto fue una contaminaci�n del estilo propio de Derleth sobre el legado de Lovecraft. Una contaminaci�n que sin duda ayud� a popularizarlo, pero que desvirtuaba la esencia original. Lovecraft nunca pretendi� construir una mitolog�a consistente; usaba aqu� y all� los nombre de determinadas criaturas ficticias, pero en funci�n de lo que necesitaba para cada narraci�n, sin preocuparse de que unos relatos y otros pudieran ser considerados como parte de un mismo universo cerrado. Al contrario, el pante�n de Lovecraft era algo ca�tico y desorganizado. Las mitolog�as eran, a lo sumo, creaciones de los humanos dentro de sus novelas, pero no exist�a una mitolog�a lovecraftiana como patr�n literario fuera de ellas; eso fue cosa de Derleth. Quien, adem�s, adem�s introdujo otro elemento alieno: la lucha entre el bien y el mal. Es decir, llev� el universo de Lovecraft, que no exist�a como tal, hasta el coraz�n de la tradici�n g�tica, a la que nunca hab�a pertenecido. De repente, en aquel cosmos indiferente volv�a a estar presente el Mal. Toda la interpretaci�n que Derleth hizo de la herencia

    de Lovecraft ten�a un trasfondo mitol�gico, casi religioso, que al propio Lovecraft le hubiese causado perplejidad, pero que fue la que termin� triunfando entre muchos lectores que parec�an querer reinterpretarlo de ese modo. Pero Lovecraft no era un escritor g�tico, ni lo son sus m�s conocidas obras.

    Lovecraft sin duda se opondr�a a la mitificaci�n de sus universos literarios. Se burlaba de quienes le preguntaban si en sus obras hab�a componentes mitol�gicos o de quien ten�a dudas sobre la existencia del famoso Necronomicon.

    Y sobre todo hab�a expresado con claridad su desd�n hacia el mecanismo literario de la introducci�n del Mal. Su argumento a este respecto era impecable: el terror tradicional, pensaba �l, hab�a dejado de ser eficaz no solamente por su falta de naturalismo, sino tambi�n porque era demasiado optimista. Donde hay una lucha entre el bien y el mal, el bien puede terminar ganando; as�, ganen o pierdan los h�roes de una historia de terror, siempre existe una moraleja. En cambio, en un relato que no se basa en el mal, sino en la cualidad indiferente de lo desconocido, no existe moraleja alguna. Como no la hay en La guerra de los mundos, donde no es una impotente raza humana la que

    detiene la invasi�n marciana, sino una fuerza desprovista de carga moral: los microbios. En pleno siglo XXI, pues, resulta cada vez m�s f�cil identificar la obra de Lovecraft con el esp�ritu de la ciencia ficci�n, aunque buena parte de sus relatos tengan una intenci�n m�s propia del g�nero de terror. No en vano hay quienes consideran a Lovecraft casi un g�nero aparte. Uno de sus m�s notorios admiradores, Stephen King, ha utilizado con frecuencia el indiferentismo c�smico. La pel�cula La niebla, basada en relato de King, es puro Lovecraft: aparecen criaturas que atacan a los humanos porque est� en su naturaleza, pero que ni siquiera parecen tener consciencia. El �nico mal presente es el que los propios humanos llevan en su interior y despliegan unos contra otros. Casi al final del metraje vemos a una criatura que representa esa

    indiferencia c�smica, porque ni siquiera nos parece que sea capaz de percibir que los humanos existen. Lo mismo puede decirse de series tan populares como The Walking Dead, donde la amenaza de los muertos vivientes no encierra ninguna

    moraleja, pese a su similitud formal con las viejas historias folcl�ricas sobre

    muertos vivientes. Piensen tambi�n en las historias sobre abducciones alien�genas. El terror del siglo XXI, pues, podr�a terminar siendo determinado por la escuela de Lovecraft: el mal no existe, y si existe, carece de importancia. El universo es de una enormidad inconcebible y, lo peor de todo, no nos reserva ning�n trato especial. El terror bien hecho, creo que dir�a Lovecraft, hace que el p�blico termine a�orando el mal. Pues el mal, a fin de cuentas, s� es algo humano.


    [1]http://www.jotdown.es/2016/03/lovecraft-mal-no-existe/


    -
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  • From Marcos Pastor@1:2320/100 to Enric Lleal Serra on Tue Mar 15 21:33:48 2016

    Interesante art�culo en JotDown[1]:
    Todas mis historias se basan en la premisa fundamental de que las leyes,
    intereses y emociones comunes de los seres humanos no tienen validez ni
    significaci�n en la amplitud del vasto cosmos. (...) Uno debe olvidar que
    cosas como la vida org�nica, el amor y el odio, y todos los dem�s
    atributos locales de una insignificante y ef�mera raza llamada humanidad,
    existen en absoluto.
    H. P. Lovecraft cre�a que su obra ser�a olvidada despu�s de su muerte,

    Pues ya que hablamos de Lovecraft...

    http://playitagainsamrpg.blogspot.com.es/2016/03/noticion-encontrado-el-manuscr ito-de-la.html

    :)



    Marcos Pastor Calvet

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  • From Marcos Pastor@1:2320/100 to Enric Lleal Serra on Tue Mar 15 22:30:38 2016

    Interesante art�culo en JotDown[1]:
    Todas mis historias se basan en la premisa fundamental de que las leyes,
    intereses y emociones comunes de los seres humanos no tienen validez ni
    significaci�n en la amplitud del vasto cosmos. (...) Uno debe olvidar que
    cosas como la vida org�nica, el amor y el odio, y todos los dem�s
    atributos locales de una insignificante y ef�mera raza llamada humanidad,
    existen en absoluto.
    H. P. Lovecraft cre�a que su obra ser�a olvidada despu�s de su muerte,

    Una muerte de la que hoy se cumplen 69 a�os:

    https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/e3/Lovecraft_tombstone.jpg

    :'(



    Marcos Pastor Calvet

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  • From Enric Lleal Serra@1:2320/100 to Marcos Pastor on Tue Apr 5 12:31:38 2016
    �Hola Marcos!

    El Martes 15 Marzo 2016 a las 21:33, Marcos Pastor escribi� a Enric Lleal Serra:

    Pues ya que hablamos de Lovecraft...

    A ver, a ver...

    http://playitagainsamrpg.blogspot.com.es/2016/03/noticion-encontrado-e l-manuscr ito-de-la.html

    :-) Qu� curioso. Me quedo con esta frase (del autor de la noticia): "Ya sab�is,

    si os sobran unos 36.000 EUR (para aseguraros la compra) y quer�is un texto que

    os d� +25% a Mitos de Cthulhu y +25% a Escapismo, el 9 de abril ten�is que estar en Chicago."

    -
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  • From Enric Lleal Serra@1:2320/100 to Marcos Pastor on Tue Apr 5 12:32:38 2016
    �Hola Marcos!

    El Martes 15 Marzo 2016 a las 22:30, Marcos Pastor escribi� a Enric Lleal Serra:

    Una muerte de la que hoy se cumplen 69 a�os: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/e3/Lovecraft_tombston

    Pues si tuvieras que medir su muerte en funci�n de la persistencia activa de su

    legado, estar�a casi vivo, porque tanto su literatura como todo lo que emana de

    ella sigue bien vivo... ;-)

    -
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